En un foro de
improvisación de Facebook, llevado por amigos brasileños, alguien sugirió
instaurar un “día de la Impro”. La propuesta me entusiasmó como divertimento,
no como proyecto.
Rehuyo de las institucionalizaciones, muchos menos las
impuestas; “el día de…” siempre me ha sonado a excusa comercial o a
legitimación de ciertas minusvalías. Como sea, el acertijo me atrapó.
Algunos propusieron
natalicios de celebridades o próceres de la técnica, lo creo exagerado.
El desafío, personal, era
encontrar algún hecho histórico o fantástico -la historia, terminando siendo
una fantasía, las fantasías a veces terminan generando historias-, en el que el
acto de improvisar haya sido providente. No es fácil, se puede pensar en
batallas, pero celebrar un evento bélico…la Biblia misma parece ofrecer varias
soluciones improvisadas llevadas a cabo por el hijo de su principal Actor,
aunque admitamos que poseyendo el don de la divinidad, cualquiera improvisa; además
nos circunscribiríamos a una sola religión, habiendo tantas…
Las propuestas en el grupo
no fueron muchas, el tema se diluyó para todos, incluyéndome. Algo en mis
sinapsis continuó buscando, supongo, hasta que apareció: Scheherezade.
La protagonista de Las mil y una noches, improvisa para
salvar su vida y la de las demás mujeres a las que el sultán mataría cada
noche, después de asesinarla a ella.
Improvisar historias, mil
una historias. Mil y una, simbólicamente, es una metáfora del infinito, más que
mil, nos deja con la idea de continuidad, de infinitud.
Una obra colectiva
realizada durante décadas, siglos tal vez; sin un lugar exacto de nacimiento
(entre India e Indochina, poca cosa), lo que la hace más universal aún.
“Las Mil y una Noches es una obra que incluye cuentos narrados,
transmitidos y redactados en lenguas, tradiciones y épocas muy diferentes. Se
supone que entre ellos hay aportaciones indochinas, indias, persas, iraquíes,
egipcias, sirias y judías, entre otras.”
A esos sorprendentes paralelismos,
se le suma que el evento referido linda entre la fantasía y el rigor histórico,
lo que sitúa al homenaje en el mismo plano que lo homenajeado: el artístico y
vital.
Convencido del motivo, el
problema siguiente resultó de imposible solución: se ignora la fecha precisa del inicio de las Mil y una noches.
¿Entonces?
La ubicua red virtual solo propone vagos periodos en los que se supone fue
creándose, y determinadas fechas de primeras ediciones en inglés. Lo fugitivo
de un día exacto en nuestro calendario, reforzó mi idea de la no necesidad de
tener fechas conmemorativas casi escolares; al mismo tiempo, sentí el acertijo
no resuelto. 1001.
La noche mil una… y el problema se hizo ecuación. Sumar 1001 a un 1º de enero: 28 de septiembre de dos años venideros, a veces un 29, según
cómo intercales los bisiestos.
28 de septiembre de dentro
de dos años.
Conmemorar jugando con el
tiempo. Conmemorar a pasado y futuro. Celebrar a sabiendas del margen de error.
Celebrar fantasía con fantasía, arte con arte. Naderías a la nadería.
Para mí el Día de la Impro no debería instaurarse,
y debería ser el 28 de septiembre.
Omar Argentino
Madrid
Fuentes:
Las mil y una noches.
Conferencias de Borges sobre las mil y una noches.
Wikipedia
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